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ORIGENES DE SANTA MARTA

Varios estudios sitúan diversos asentamientos romanos y más tarde árabes.


En la Dehesa “Las Tiendas” situada en sus proximidades fue descubierta en 1925 una villa romana, denominada "La Atalaya", de la que se extrajo un mosaico de notable factura. Fue descubierto por el erudito don Virgilio Viniegra de Vera, quien llegó a realizar unas pequeñas excavaciones en el curso de las cuales exhumó un importante pavimento musivo con la representación de Orfeo entre los animales.

Con posterioridad al hallazgo, y a pesar de las precauciones tomadas por Viniegra y de ser declarada la villa como Monumento Nacional, al quedar el lugar huérfano de toda protección, el pavimento fue deteriorándose hasta que su estado motivó el arranque de sus restos y su traslado al Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.


Esta obra está datada en la primera mitad del siglo IV.

También existen datos de vestigios árabes existentes en el siglo XVII en el paraje denominado Argamasa.

El antecedente más cercano a la actual población de Santa Marta lo hallamos en una antigua aldea medieval, denominada “La Pontecilla”, que según todos los indicios debió surgir a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV. Por estas fechas tenemos constancia de su existencia a través de documentación escrita, gracias a la que hemos podido saber que el Rey Don Sancho IV había donado unas tierras, en El Cincho y en la Pontecilla, a Sancho Martínez.

Abundantes documentos posteriores nos dan una idea bastante clara del lugar en el que debió estar enclavada la aldea de La Pontecilla: entre Valhondo y las antiguas dehesas de La Lancha y de Martín Gil (topónimos que se conservan en la actualidad), probablemente en el paraje que, quizás por esa razón, llega a nosotros con el nombre de El Asiento, muy cerca de la actual Santa Marta de los Barros.

La mayor parte de las veces en que se menciona La Pontecilla en las fuentes de las que disponemos es para hacer referencia a compras y ventas de tierras en torno a la aldea por parte de los señores de la época. De entre todos ellos los más importantes fueron los señores de Feria, que hacen su aparición en la zona a finales del siglo XIV, pero será en el siglo XV cuando concreten el pleno dominio que caracterizará los siglos posteriores.

A fines del siglo XIII se produce la despoblación de la aldea, aunque pervive en el recuerdo durante algunos siglos más, para posteriormente desaparecer casi sin dejar rastro.

Es muy probable que en este asentamiento esté el origen de la actual Santa Marta de los Barros. De hecho un informe de 1.783 dice que la villa de Santa Marta se fundó sobre un solar de la antigua Pontecilla y que debe su nombre a la patrona de la iglesia del pueblo, indicando que se desconocía la fecha de poblamiento, pero que debió ser hacia 1430. La primera mención de Santa Marta se recoge en la Carta-puebla (1.481) en la que Gomes Suárez II dicta una serie de disposiciones para favorecer la repoblación de la zona.

Aunque sigue siendo un enigma la fecha exacta de su fundación, el hecho de su mención escrita en 1481 permite pensar que ésta tendría lugar aproximadamente, medio siglo antes.

Santa Marta debió surgir espontáneamente, para aliviar a los campesinos encargados del descuaje y cultivo de esas tierras, de largos y penosos desplazamientos.

En julio de 1646 la población resultó destruida por los portugueses, siendo reconstruida posteriormente mediante calles de trazado regular, amplias y rectas, y plazas despejadas. En el siglo XVIII aún se consigna en las corografías locales la memoria de un despoblado inmediato conocido como los Cotos.

A mediados del XIX se le anejó la vecina aldea de Corte de Peleas, que durante un breve periodo se mantuvo bajo su dependencia, hasta que poco más tarde este nucleo volvió a recuperar su autonomía. Por otra parte, Santa Marta, perteneció como lugar de Señorío con categoría de villa, a la jurisdicción del duque de Feria, en su condición de marqués de Villalba.

Incluida en el término de Villalba, sabemos que Santa Marta dependía de las autoridades y justicia de esta población, al menos hasta mediados del Siglo XVI, y que a finales del mismo siglo contaba con un total de 317 vecinos, de los que 307 eran pecheros, 4 hidalgos y los seis restantes eran clérigos.

En el siglo XVI la población contaba con un hospital de pobres, posteriormente desaparecido. En la misma época aparece mencionada la Ermita de los Santos Mártires, única que las referencias históricas consignan en el enclave. En ella se veneraba desde la antigüedad una imagen de Ntra. Sra. de Gracia que hoy es la que da nombre a la fundación. El edificio, antes extramuros, ocupando uno de los extremos del pueblo, aparece en el presente embutido ya entre el caserío. se trata de una sencilla realización de sabor marcadamente popular, encalada de blanco, ante la que, hasta fecha reciente, se localizó el emblemático tranvía distintivo de la población, hoy colocado en otro emplazamiento no lejano.



EL NOMBRE

Antes de entrar en detalle sobre el origen del nombre, explicaremos quien fue Santa Marta.


Marta, era hermana de María Magdalena y Lázaro. Esta sostiene en sus manos la Biblia y una calavera símbolo del milagro que Jesucristo hizo con su hermano: "resucitarlo después de cuatro días sepultado". Marta era una "Santa", creyente en Dios, y la cual acompañó y presenció con sus tristes lamentos y abundantes lágrimas el dolor de María Santísima, al ver a su Hijo muerto en sus brazos. Concurrió con María Magdalena y otras piadosas a rendir a aquel sagrado cadáver los últimos honores dándole decente sepultura con la mayor veneración. Marta vio al Señor después de su resurrección, y luego la venida del Espíritu Santo del cual recibió sus dones en el Cenáculo.

Santa Marta fue perseguida por los judíos y desterrada con sus hermanos, metidos en un navío sin mástiles, timón ni aparejo alguno, expuestos al arbitrio de los vientos y olas del mar, pareciéndoles ser el mejor medio para deshacerse de ellos, ya que Lázaro era milagro visible de Aquel a quien ellos habían matado.

Santa Marta y sus hermanos llegaron al puerto de Marsella donde predicaron su fe, pero movida por las lágrimas de Tarascón y pueblos de alrededor, los libró del monstruoso dragón que estaba devorando a un hombre. Agradeciendo su hazaña construyeron un monasterio. Santa Marta murió el día que Jesús le reveló, después de una lenta calentura.

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