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TEMPLO PARROQUIAL DE SANTA MARTA

Iglesia Parroquial de Santa Marta

Edificio del siglo XV, aunque recientemente restaurado (1985), consta de una sola nave, de sencilla planta rectangular, cuya capilla mayor termina en forma ochavada, con los tres paños de la cabecera actualmente ocultos por el colosal retablo mayor, que reviste todo el frente hasta el elevado arco de la bóveda. En el muro del lado izquierdo o del Evangelio se abre la capilla de San Bartolomé, que a principios del siglo XVII fue abierta y construida a expensas de la Fundación instituida por el racionero de la catedral de Santiago de Compostela, Bartolomé Hernández Bueno, natural de esta villa, y que en el presente está dedicada a sagrario, conteniendo el retablo de San Bartolomé; frente a ella, otra capilla de menor alcance, que antiguamente fuera sacristía, hoy mostrando breve arco con reja y bellísima bóveda de crucería; atrás, junto al coro -que, por cierto, es de gallarda proyección curva -, se abre otra capillita con apenas más espacio que el ancho del grueso muro, y finalmente, adosada a la esbelta torre, que se alza a los pies de la iglesia con su monumental puerta, se halla el baptisterio, con que se completa el espacio ocupado por el templo propiamente dicho.

Su orientación es la habitual en los templos cristianos, esto es, situada la capilla mayor al Naciente y los pies a Poniente. Los muros son esencialmente de ladrillos reforzados con mampuesto y en las esquinas a veces figuran sillares de granito; poseen las paredes un grosor considerable, y así en los primeros tiempos las imágenes que en ella se veneraban tenían profundas hornacinas enmarcadas con resaltes que afloraban del muro, como acontece con el que aún se percibe claramente trazado detrás del retablo del altar de las Ánimas.


El edificio conserva de su construcción primitiva una bóveda de medio cañón, con tres tramos divididos por otros tantos arcos fajones ligeramente apuntados, que dan idea de su sencillez arquitectónica en la primera época, por lo que, como aconteció con varios tem­plos de la comarca, en el siglo XVI se sustituyó la cabecera de la nave por es­ta capilla mayor de más altura y belleza, con bóveda de crucería de finas nervaturas, nacidas en los ángulos, formando haces de a tres nervios para tramar una composición artística que figura una estrella de cuatro puntas, cruz y círculo central, todo ello con claves esgrafiadas. Entre la bóveda de medio cañón antigua y esta otra de aristas, existe una parte abovedada que sirve de bisagra o charnela.

La apertura y elevación de la capilla mayor debió de iniciarse a finales del siglo XVI o principios del XVII, pues en el testamento otorgado por el racionero Bartolomé Hernández Bueno, el día 31 de Mayo de 1608, se dispone la entrega de cien ducados a la Fábrica de la iglesia «con condición que se acabe de cerrar la capilla mayor de ella y que está comenzada». En 1614 ya estaría concluida, por cuanto en el libro primero de las Cuentas de Fábrica aparece una partida de 1.440 reales de vellón pagados a García de Morgado «por pagamento final del concierto que con él se hizo de blanquear la capilla mayor y hacer las gradas del altar mayor de la iglesia». Otra de 13.209 maravedises por gastos de maderos y tablas para cubrir la iglesia y manos de carpinteros, y finalmente otro cargo de 60.428 maravedises de «ladrillos, tejas, cal, para cubrir la igle­sia, solarla, blanquearla y jornales de peones».

Observando la parte exterior del edificio, se aprecia claramente el cambio estructural de sus espacios y alzado, tras la construcción de la capilla mayor. Más bajas y con tres contrafuertes de mampostería resistiendo el empuje de los tres arcos fajones de la bóveda, aparece la parte antigua, y elevándose con relación a ésta, aparece la moderna capilla mayor, con cuatro altos contrafuertes de sillería resistiendo los arcos capitales.


Del estudio de ciertos documentos de 1697 se extrae que la Iglesia fue pavimentada por estas fechas y que en el transcurso de dichos trabajos se produjo la rotura o apertura de algunas sepulturas. Estaba entonces el solar del templo distribuido en dieciséis líneas de sepulturas desde el altar mayor hasta la parte de atrás; así, pues, la planta de la iglesia, el atrio y el corralillo anejo, acogían el cuerpo yerto de los fieles.

El retablo mayor de la iglesia de Santa Marta, cuya talla data de, aproximadamente, 1762 – 1764, es, sin duda, un espléndido ejemplar del género, y del que el autor, Agustín Núñez Barrero, se mostraba sumamente satisfecho. Varias son las obras debidas a su firma existentes en diversas iglesias de nuestra provincia, en la que era muy conocido y estimado su arte. En años posteriores se procedió a dorar el citado retablo, contando para ello con la ayuda donaciones privadas como la del Duque de Feria.

A los pies se encuentra la torre, erguida, esbelta, cuya construcción debió iniciarse, aproximadamente en 1773 y que en principio sería de modesta apariencia, elevada y reforma­da después tal y como se ve hoy día.


Presenta ésta tres cuerpos; el primero, por encima de la portada, sin huecos - que sólo se esbozan -, y a partir de un espacio entre incipientes cornisas, en el que se alinean el adorno de unas sencillas piezas de barro rojo, se erigen los dos cuerpos superiores, en cuyas caras se abren dos vanos de medio punto, separados por una pilastra de mampostería, albergándose en el de arriba las campanas. En lo alto corre una barandilla con balaustres vidriados, la cual se intrrumpe en uno de los frentes mediante una espadaña que contiene un esquilón, rematándose el campanario con un pináculo en el que se yergue una cruz con veleta de afiligranada forja.

Como es tradicional, la parte más artística es la puerta principal o del Perdón, con un DETALLE encuadre pétreo que está configurado, según la descripción que hace el arquitecto don Vicente López Bernal, por «dos columnas retorcidas adosadas, en cuyo interior se desarrollan dos cuerpos: el inferior más bajo, con un arco en carpanel con arquivoltas que contiene la puerta propiamente dicha, y el superior lo forman arquivoltas conopiales sobre un rosetón, bajo el que se sitúauna hornacina con la imagen de Santa Marta». Fundándose en estos elementos arquitectónicos y en la disposición de los mismos, opina dicho señor que el estilo pudiera correspon­der al gótico de los Reyes Católicos, si bien hasta ahora no se conoce documentalmente la fecha de su construcción.


Más modesta y abierta en el lateral izquierdo o del Evangelio aparece la puerta de la Sombra, con arco de medio punto, sobre pilastras de cantería. Sobre este primer arco vuela una cornisa de piedra, en la que se alza un segundo arco y sobre él otra cornisa. En el tímpano del segundo arco se encuentra, esculpido en piedra, el escudo de la localidad.

En una rinconada aledaña a esta puerta, se halla la llamada Cruz de los Caídos, erigida a raíz de la confrontación civil de 1936.

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